Al reflexionar sobre el acceso de la mujer a la función directiva, no puedo
dejar de recordar la afirmación de Simone de Beauvoir en su obra El Segundo Sexo:
“He dudado mucho antes de escribir un libro sobre la mujer. Es un tema irritante,
sobre todo para las mujeres, y no es ninguna novedad” (1949, p. 47). Hoy,
después de más de 50 años, tampoco es ninguna novedad el tema, y lo que conocemos
como el techo de cristal para las mujeres seguiría probablemente irritando
con la misma intensidad a Simone de Beauvoir. A pesar de lo que denominamos
progreso económico y social, resulta paradójico que la cuestión básica con relación
al género permanezca inmutable. ¿Emplean hombres y mujeres diferentes
estilos de liderazgo?, ¿Explicarían estas diferencias la escasa presencia femenina
en los puestos directivos?. Efectivamente, y después de tantos años, masculinidad
y feminidad siguen siendo aspectos sobresalientes de la vida social, y nuestra
preguntas de investigación tendrán que seguir indagando sobre las ‘diferencias’.
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